En Fisioterapia se utiliza la aplicación de agentes físicos para prevenir y tratar lesiones y patologías. Hay parte pasiva en el tratamiento como pueden ser los vendajes, masajes, calor, corrientes, movilizaciones, etc.. y también parte activa que son los ejercicios y movimientos. Pero qué es mejor ¿técnicas pasivas o activas?
Características del tratamiento pasivo y del tratamiento activo
Por tratamiento pasivo entendemos las técnicas que se realizan sin necesidad de movimiento voluntario del paciente. Si hay movimiento, es el fisioterapeuta el que moviliza o coloca los segmentos corporales, mientras que el paciente colabora pero no tiene que participar.
Dentro del tratamiento pasivo encontramos la aplicación de corrientes analgésicas o electroestimulación, la punción seca, masaje, movilizaciones, manipulaciones, la crioterapia que es la aplicación de frío con fines terapéuticos, la magnetoterapia que es la utilización de campos magnéticos con un objetivo terapéutico… y muchas otras terapias que puedes consultar aquí.
En el tratamiento activo, se suelen realizar ejercicios o maniobras que implican la participación del paciente, que es el que realiza el movimiento. Por lo tanto, se requiere aprendizaje y participación del paciente, tanto a nivel físico (realizar el movimiento, mantener una postura correcta…) como a nivel mental (aprender el ejercicio y las correcciones, repetirlo según las indicaciones del terapeuta…)
La elección del tratamiento: Activo o pasivo
A la hora de elegir si es mejor el tratamiento activo o pasivo, todo depende del tipo de lesión y de la fase en que se encuentre. Por norma general, la tendencia es comenzar con el tratamiento pasivo e ir evolucionando a técnicas activas en cuanto sea posible.
La progresión es ir reduciendo la aplicación de técnicas pasivas cuando sea posible, manteniendo las que sean necesarias (por ejemplo, para alivio del dolor, para estabilizar una articulación…) pero incorporar cada vez más elementos activos, como un programa de ejercicio terapéutico.
La ventaja del tratamiento activo es evidente, sobre todo si se trata de ejercicio: el paciente lo aprende para después realizarlo en casa, y mantener las mejoras durante más tiempo. De esta manera, el tratamiento puede tener más y mejores resultados a corto, medio y largo plazo.
Además, hay problemas que derivan de sobreesfuerzos, gestos incorrectos, mala alineación corporal, mala condición física… Con lo que es necesario corregir la causa y que el paciente aprenda que puede hacer por sí mismo ejercicios y actividades para mantener y mejorar su salud.
Si bien es habitual que en las distintas fases del tratamiento de una lesión se incluyan técnicas pasivas y activas en la misma sesión de tratamiento, el tratamiento activo tiene una serie de ventajas que lo hacen que sea la elección óptima, siempre que sea posible, según las características del paciente y su problema.
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